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12 de mayo de 2011
Al calor de la hoguera educativa
Es muy probable que crecer sea sinónimo de conocer mejor cuanto nos rodea, que el proceso intelectual se identifique directamente en ser consciente en donde vivimos, en qué tiempo lo hacemos y cómo hemos llegado hasta ahí.
Como la mayor parte de procesos vitales, es durante la infancia cuando empezamos progresivamente a especular sobre el mundo circundante en toda su extensión. No es algo que produzca en mi motivo de alegría. Un buen amigo suele decir que la vida deja de ser interesante cuando cumples 13 años y, bajo mi humilde opinión, tiene razón.
Viciados, enfermos patológicos del sistema educativo a cuyas altas radiaciones estamos expuestos desde que somos párvulos hasta que alcanzamos la senectud, se torna de obligado cumplimiento convertirse en autodidacta y rastrear, otear el horizonte, en busca de una ayuda extra, de un comodín en forma de manual global que inicie la inquietud del infante así como su capacidad de comprensión.
Esa ayuda, ese primer manual y también ese expendedor de sueños, para mí vino de la mano de seis letras tan simples como la t, la i y la n, unidas y repetidas dos veces en semejante secuencia.
Siendo uno de los personajes más estudiados e interpretados del mundo del cómic, mundo al que por cierto, según creo, escapa; Tintín, vilipendiado por los nuevos “protectores del bien” y de lo “políticamente correcto”, tachado de racista, anti- musulmán o pro- capitalista, sigue estando vigente después de más de treinta años de muerte pictórica.
En cierta medida, la relevancia tintiniana recae en la suerte que el personaje tiene de nacer en el contexto que nace, esto es, a finales de los años 30, y decimos suerte porque, sin quererlo, Tintín es un fantástico espectador de los cambios que se van a producir en los siguientes cuarenta o cincuenta años y, por extensión, para el lector se convierte en una fuente casi directa de la conciencia centro europea del momento. Tintín vive en el momento de la historia en el que precisamente ésta, más se acelera. Vive en el culmen de la maldad humana, pero también lo hace en el estado del bienestar. Recorre países que, en pleno siglo XX, todavía se encuentran en el XVI, pero también viaja al futuro en forma de aterrizaje lunar, adelantándose a la propia carrera espacial. El abanico es, a mi modo de ver, rotundamente espectacular.
Desde la sociedad americana de los años 30, con su ley seca y sus gánsteres, hasta los golpes de estado suramericanos de mediados de siglo, pasando por el tráfico de armas, opio o esclavos, o por los mayores descubrimientos arqueológicos, Tintín viaja allá donde Hergé ve la noticia, allá donde cree que el joven lector necesita información adicional sobre el mundo de los mayores. No es casualidad que en la escuela, en clase de geografía, solo aquellos que habíamos sido afortunados de acercarnos a éste pequeño mundo tintiniano, nos adelantásemos a la profesora diciendo que la capital de Nepal era Katmandú, al igual que la de Indonesia, Yakarta, y lo sabíamos porque era fácil saberlo, porque la tarde anterior seguramente le habíamos echado un ojo a Tintín en el Tibet o a Vuelo 714 para Sidney y con ello habíamos estudiado más y mejor que con los caros y antiproductivos libros de texto que nos tocó comprar, aquellos que ahora concienzudamente, tiempo después, han servido para dar calor dentro de la estufa.
La diversión era infinita. El tiempo se detenía cuando Tintín pilotaba cualquier vehículo en una trepidante persecución, o cuando Haddock, totalmente fuera de sí, profería su típica batería de insultos posiblemente ebrio de ron. Porque sí, el capitán siempre ha sido, recurriendo a su prolífera terminología, un bebe sin sed ¿y qué?, ¿acaso no deben saber los jóvenes que la vida en el mar es tan dura y solitaria a la par que especial y maravillosa como para tener que recurrir en ciertos momentos al ron? ¿acaso no deben saber que hasta una empresa titánica como es un viaje a la luna puede fracasar por las consecuencias del consumo de alcohol, por las imprudencias de un borracho?. Desde luego que sí, deben saber los límites del comportamiento humano y deben aprender tanto a entenderlos como a no sobrepasarlos. El cómic de Hergé está redactado e ilustrado en “bruto”, es decir, sin medias tintas, preparado en justa medida para ser masticado por el adolescente, a su nivel, ni más ni menos, sin hacer que nadie resulte muerto por herida de bala pero teniendo siempre en cuenta que las armas las carga el diablo.
Volviendo a la caracterización del personaje, resulta también curioso analizar qué es realmente Tintín. Sin ir más lejos ni buscar cinco pies al gato, Tintín es periodista, mejor dicho, es un héroe periodista. ¿Qué quiere decir esto? Que siguiendo los cánones de su profesión, el fin último de Tintín es buscar la verdad. Es importante resaltar esto porque no hay muchos héroes que tengan ello como objetivo. En el mismo sentido, tampoco los hay que no vistan mallas o no lleven los calzoncillos por fuera, o que no posean un poder especial, ya sea el de volar o una poción mágica que ingerir, o que rara vez se enfrenten contra los saboteadores de un oleoducto en Oriente Medio, o contra falsificadores de billetes en el Norte de Escocia, o contra tiranos del Este en posesión de armas ultrasónicas. Es por tanto, un héroe diferente, recurriendo al título de la obra de Lermontov, es un héroe de nuestro tiempo.
No todo van a ser flores. Antes he hecho referencia a ciertas calumnias que ha recibido nuestro amigo. Es evidente que en sus primeras obras, sujetas a la estricta censura católica del periódico en el que aparecían, abundaban ciertos prejuicios racistas muy arraigados que hacen que cualquiera de nosotros se escandalice al contemplarlos. Como cierto es también que la figura de Tintín representa el pensamiento occidental y por tanto, en un tiempo en el que tan enfrentado estaba lo occidental con lo oriental (Guerra Fría), resaltan sobremanera los valores capitalistas y la moral europea a la que tan complicado resultaba comprender todo lo que no saliera de ella.
Sin embargo, creo que Hergé lo tenía todo pensado y no subestimaba, al contrario de lo que hacen los educadores actuales, a nuestros lozanos adolescentes. Al lector aventajado de las aventuras del joven del flequillo se le presupone la suficiente capacidad intelectual para enterarse de todo ello tal y como aparece aquí reflejado. Me explico. Todos somos conscientes de dichos tintes conservadores pero a la vez también lo somos de que el verdadero sentido de los guiones no es el de mortificar a ciertas comunidades o ideologías sino satirizar, utilizar la ironía para acercarnos a ellas y luego, que cada cual elija la que más le guste. Ejemplo de ello es que Hergé se ríe de los conflictos por el poder entre dictadores en Suramérica cambiando de nombre a Tapiocapólis por Alcazarópolis cuando el general Alcázar sube al poder, en señal de inestabilidad política y de autorrealización de los tiranos así como se mofa igualmente de las celebridades públicas creando el esperpéntico personaje de Bianca Castafiore o de la ineficacia policial con Hernández y Fernández.
Si tenemos siempre en cuenta este tipo de interpretación y somos lo suficientemente hábiles para entender el contexto en el que fueron escritas, encontraremos en las obras de Georges Remi un basto paisanaje de culturas y civilizaciones, de ideologías e intereses, de relaciones internacionales y conflictos internos, de problemas de una sociedad en busca de sí y de sus propios éxitos (que también los hay) y de personajes no tan alejados de la realidad del momento, muchos de ellos identificados dentro de ella por el rapaz treceañero ya en su madurez mental. Pero en cualquier caso, y por encima de todo, encontraremos el descanso psicológico frente a las estupideces que hoy en día llaman libros o dibujos animados educativos donde ya no hay leones ingleses con sombrero de copa y bastón dando la vuelta al mundo en globo ni espadachines franchutes enarbolando la bandera de la fraternidad, ni siquiera irreductibles galos resistiendo hoy y siempre al invasor.
Ya no, hoy tenemos la educación literaria que nuestros magníficos pedagogos visionarios, esos que pueblan las facultades de educación, quieren que tengamos, la educación del aprendizaje cooperativo, del esfuerzo mínimo (por parte del profesor), del mil veces camuflado libro de texto de pinta y colorea, de la melonada de libro de lectura recomendado por las editoriales… pero mientras haya un Tintín en cualquier librería juvenil no podrán con nosotros, de veras que no ¡Mil rayos y centellas!
Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta.
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.
27 de abril de 2011
Una forma de gobernar
Es un tema que ya no está de actualidad. El de los controladores me refiero. Tras la publicación del laudo de obligado cumplimiento por parte de Manuel Pimentel las aguas volvieron a su cauce y ya no se ha hablado más de ello. Sin embargo es un asunto que los historiadores del futuro estudiarán no como algo aislado sino dentro de una dinámica general, de una forma de hacer las cosas por parte de un gobierno que tras siete años en el poder ha colocado al país al borde del abismo. El problema de los controladores es sólo un detalle más que muestra una manera de trabajar que podría ser definida con dos palabras: profunda incompetencia.
No seré yo quien haga el trabajo de los historiadores. Al análisis de los años del gobierno de Zapatero le dedicarán muchas páginas. Sin embargo sí me gustaría tratar brevemente algún aspecto poco comentado del conflicto que se desató el pasado mes de diciembre entre el gobierno y los controladores cuando éstos abandonaron sus puestos de trabajo.
Coloquialmente decimos que los controladores “se echaron al monte”. No voy a justificar eso. Sin embargo no me creo que lo hicieran porque fueran unos miserables que querían chantajear al gobierno. Veamos lo que sucedió la mañana del viernes 3 de diciembre, lo que desató la tormenta.
Para analizarlo pongo un extracto del BOE del 3 de diciembre que regulaba las condiciones laborales de los controladores (puede verse en http://www.boe.es/boe/dias/2010/12/03/pdfs/BOE-A-2010-18651.pdf, en la página 101.075 y 101.076)
(...) La actividad aeronáutica anual no excederá de 1.670 horas, sin perjuicio de la posibilidad de ser incrementada con horas extraordinarias hasta un máximo de 80 horas anuales. En el cómputo de este límite anual de actividad aeronáutica no se tendrán en cuenta otras actividades laborales de carácter no aeronáutico, tales como imaginarias y periodos de formación no computables como actividad aeronáutica, permisos sindicales, licencias y ausencias por incapacidad laboral.
Las negritas son mías. Y lo son para destacar el despropósito. El texto regula el número de horas que debe hacer al año un controlador (1.670), pudiéndose incrementar extraordinariamente en un máximo de 80. Hasta aquí todo normal. El problema viene en la forma de contabilizar esas horas. Y el Real Decreto lo deja bien claro: no se contabilizarán ni licencias ni ausencias por incapacidad laboral.
Al hablar de licencias se refiere al permiso por maternidad, al permiso por enfermedad o muerte de un familiar o al permiso por una boda (lo que conocemos comúnmente como luna de miel). Y las ausencias por incapacidad laboral son las bajas por enfermedad (una gripe, stress, una operación...). Todo esto es lo que se conoce como derechos laborales de los trabajadores que tenemos garantizados no sólo en España sino en todo el mundo occidental. Algo que ha sido conseguido poco a poco y con gran esfuerzo a lo largo del siglo XX por la izquierda europea fundamentalmente.
Por eso sorprende que el gobierno de Zapatero, paradigma de la izquierda dialogante, decidiera ventilárselos de un plumazo. Porque no es ni medio normal que si tienes un hijo y te tomas el permiso de maternidad que te garantiza la ley tu empresa te diga que luego tienes que recuperar ese tiempo porque no se contabiliza. Tampoco es ni medio normal que te cases, te vayas de luna de miel y luego tengas que devolver esos días. Para eso ni uno se acoge al permiso de maternidad ni opta por tener una luna de miel.
Y lo de no contabilizar las bajas por enfermedad es algo que clama al cielo. Hombre, una gripe suele ser una semana. Una semana aún se puede recuperar pero como te diagnostiquen una enfermedad que te tenga nueve meses de baja no se me ocurre la forma de hacer esas horas perdidas.
Todo esto forma parte del tremendo disparate ejecutado por el gobierno de Zapatero la mañana del 3 de diciembre de 2010. Un disparate que puso en pie de guerra a los controladores, que dejó sin vacaciones durante el mayor puente del año a 600.000 personas y que se solucionó decretando el Estado de Alarma. Muy bien. El gobierno de España solucionando un conflicto laboral mediante una acción de fuerza. Es lamentable que una cosa así se produzca. Pero es increíble e injustificable que suceda en un país occidental a comienzos del siglo XXI. No obstante, lo verdaderamente grave es el Real Decreto que fulminaba los derechos laborales de unos trabajadores. De ello los historiadores hablarán largo y tendido en el futuro y lo relacionaran con una particular forma de gobernar: a decretazo limpio (reforma de las pensiones, reforma laboral, recorte de los sueldos de funcionarios y un largo etcétera). Y sentenciarán. No les quepa duda.
24 de marzo de 2011
¿Qué pasa en Portugal?
Desgraciadamente, el menor de los problemas de nuestro país vecino es la dimisión de Sócrates. Portugal necesita mucho dinero para seguir funcionando y rehacer su maltrecha economía, el problema es que gasta más de lo que gana, por lo que necesita pedirlo prestado. Lógicamente nadie te lo va a prestar si no vas a poder devolvérselo, de ahí los cuatro planes de austeridad presentados para dar tranquilidad a los prestamistas. Lamentablemente esto no ha surtido efecto, y actualmente el rendimiento de los bonos portugueses a 5 años está cerca del 8%.
¿Qué significa esto de los bonos?. Un ejemplo, si yo le presto 1000€ a Portugal, nuestro país vecino me va a pagar durante 5 años unos intereses del 8 % anual, es decir 80€ al año. Cuando pasan los 5 años me tiene que devolver los 1000€ que le dejé. Así, Portugal me ha acabado pagando 80x5=400€ de intereses. Este es un método que utilizan todos los países para financiarse, pero claro, cuando hay posibilidades de que no puedas devolver el dinero, los intereses suben. Los expertos consideran insostenible un nivel de más del 7% (el bono a 5 años español está al 4% y el alemán al 2,5%).
Este plan de ajuste que se votaba era la última oportunidad de Sócrates de evitar la intervención internacional, pues ahora, al problema económico le añadimos una incertidumbre política que seguramente va a hacer que suban todavía más los intereses de la deuda lusa, con lo que no le va a quedar más remedio, si no quiere quebrar, que ponerse en manos de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, siguiendo la senda de Irlanda y Grecia. Es decir, va perder su soberanía económica para seguir los dictados que le marquen estas instituciones.
¿Por qué pasa ahora? ¿Está Portugal mucho peor que hace unos meses? La verdad es que no, lo que pasa es que hasta ahora, el BCE (Banco Central Europeo) le ha estado comprando bonos intentando ganar tiempo. Sin embargo, parece que el período de gracia ha terminado. Y es que, pese al encarecimiento de la financiación lusa, el BCE no ha vuelto a realizar ninguna compra adicional de deuda desde la semana pasada después de haber adquirido 20.000 millones de euros desde mayo hasta ahora. Esto coincide (que casualidad) justo con la cumbre de los líderes europeos que empieza hoy, en la que por cierto, no se iban a tomar medidas concretas (como el refuerzo del fondo de rescate actual para países con dificultades financieras) porque los Jefes de Gobierno de los Veintisiete no se ponen de acuerdo.
Lo que ha sucedido en Portugal se podría interpretar como una forma que tiene el BCE de decirle a la Unión Europea que él no va a estar siempre comprando deuda de países con problemas porque esa no es la solución, el dinero no es infinito e incluso el propio BCE podría llegar a tener problemas, la deuda no se soluciona sólo con más deuda, sino que también hay que hacer reformas económicas estructurales; los políticos se tienen que poner las pilas, apartar sus diferencias y articular mecanismos para facilitar liquidez a los paises con problemas y para evitar que esto vuelva a suceder, como la reforma del fondo de rescate que dijeron que iban a hacer, aumentándolo y autorizándolo a comprar bonos de los países con problemas.
Lo delicado de esta situación es que Alemania, que es el principal contribuyente al fondo, no lo va a sacar adelante sin no se ratifica lo que ha llamado Pacto del euro, que implicaría para los países que lo suscriban la obligación de realizar importantes reformas a la alemana como podrían ser adaptar la edad de jubilación a la esperanza de vida, controlar los costes salariales y alinearlos con la productividad, flexibilizar el mercado de trabajo, incluir frenos a la deuda y el déficit en las legislaciones nacionales, una mayor coordinación del impuesto de sociedades, etc. El problemas es que algunas de estas reformas conllevarían una pérdida de independencia de las políticas económicas de los países miembros que pasarían a gestionarse desde Europa, algo que a muchos no les hace gracia.
Veremos que pasa porque si a Portugal no se le rescata pronto, los siguientes en tener problemas podríamos ser nosotros.